“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas”.
(Mateo 11:29).
¿Es mas fácil decir las cosas como queremos y salen en el
momento que analizarlas y compréndelas un poco y quedarnos callados?...
En ocasiones decimos cosas que no tendríamos que decir,
que salen de un corazón impulsivo que no mide consecuencias y que tira la
ráfaga de palabras sin pensar que lo que dijo, pudo dañar o daño a quien
recibe.
¿Somos lo
suficientemente humildes para reconocer que nos equivocamos?
Por que no la próxima vez que se este frente a un momento
tenso, donde el coraje o la emoción mas intensa de ese instante se hace presa
de nosotros, porque no cambiar y quedarse callado y no decir lo que quieres
decir en ese momento…
La mansedumbre y la humildad son necesarias en nuestro
diario vivir, porque todos los días nos enfrentamos a situaciones que nos
querrán robar la paz, pero depende de nosotros el que eso pase, depende de ti
ser el impulsivo o pensar antes de hablar.
Si antes de responder a algo; pensar bien lo que se va a
decir , y pensar en las consecuencias que eso traerá y sobre todo pensar si:
“¿Serias capaz de
decir eso mismo en un momento de pasividad?”...
¿Que cambiaría?
“Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas”.
(Mateo 11:29).
Tolerancia, paciencia, tranquilidad, serenidad,
amabilidad, comprensión, atención, espacio, expresión; escucha, habla, cuida,
respira, reflexiona, espera, perdona, ama, da, recibe, pide, abraza, suelta, expresa,
supera, regresa, suspira, conoce, indaga, resuelve… La vida es una.
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