jueves, 5 de enero de 2012

Impregnados de sexo.


Imploraba su destierro, lastimaba, creaba profundas heridas,
cada vez era más intenso, cada vez me doblegaba más,
él, excitado de imágenes, de los cuerpos a contra sol,
los estruendos marcados por el cielo hacían la diferencia de otras veces,
la tormenta estaba por caer, estaba a punto de llegar,
los rostros aturdidos por el ocaso; las campanas se quebraron,
el tintineo fue ensordecedor, la respiración tomo acción de un huracán,
impregnados de sexo; después de haber bebido el mar la sed estaba presente.

Vino la calma, el silencio, la inmovilidad, las miradas, tuvieron brillo propio,
sonido y razonamiento, no era necesario nada, las curvas de la silueta
marcada a contra luz, aplastaban la tranquilidad, como musgo
invadió el espacio, como jerarquía tomo puesto hasta la cima.
E impregnados de sexo el mundo nos consumió,
                                                      Soledad vino después.

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